La Cuaresma para Baeza es la mayor manifestación y evidencia del sentir más tradicional y castizo de su religiosidad y fervor popular, custodiado bajo las bóvedas de sus templos y capillas en los cuales se encarna la misericordia de Dios sobre las Sagradas Imágenes Titulares veneradas desde hace tantos años por las gentes de este bendito pueblo. Poco falta para incensar poco a poco las plazoletas que derraman la gloria de la cercana primavera que empieza a desvelarse entre las rejas de las viejas calles renacentistas. Incienso bajo las bóvedas de piedra, tinieblas que se hacen luz, suspiro y miradas de un Sagrado Descendimiento que clama al cielo de su gloria, Quinta Angustia que se hace aliento ante tal desazón, roca sobre la que yace dormida su piel entre los ciriales que velan la muerte.

El cuerpo y la sangre de un Barrio, cuerpo que se entrega envuelto en un sudario, sangre que se derrama en las noches de Cuaresma por las calles donde le rezan. Bendito cuerpo y bendita sangre de un Barrio de silenciosas oraciones, un Barrio nazareno, que en estas fechas despiertan sus adoquines dormidos con la cera y las pisadas. Como cada Cuaresma el Stmo. Cristo del Descendimiento y María Stma. de la Quinta Angustia, presidían el Solemne Traslado desde la Iglesia de San Pablo hasta su Casa de Hermandad, desde donde realizaran su Estación de Penitencia en la tarde-noche del Viernes Santo Baezano.

Baeza en el crepúsculo de tardes teñidas con acuarelas cobrizas se reencuentra con su inherente alma de ciudad añeja, clásica, noble y cofrade, alma que nuestras Cofradías y Hermandades de Pasión aviva en las destacadas fechas de su calendario.