Solemne Quinario de Ntro. Señor Jesucristo en su Prendimiento (Linares, 2014)

Siempre hay un momento para la soledad. La misma que es distinta para cada uno, que no tiene paliativos, que nos ayuda a introvertidos en e...

Siempre hay un momento para la soledad. La misma que es distinta para cada uno, que no tiene paliativos, que nos ayuda a introvertidos en el ser a través de la materia. Así, decenas de actos repartidos por la ciudad en que fieles y devotos se exponen a la calle para buscar el preludio latente que se reza en los Templos. Y, en San Agustín, está Él. Abajo, en su altar. Cada año la Hermandad del Prendimiento de nuestra Ciudad nos trae el Besapiés de Ntro. Señor Jesucristo en su Prendimiento para hacer del llanto lejano un dolor inminente, una pulsación que late fuerte y más fuerte para provocar, frente a Él, una revolución de los sentidos, de la piel que roza otra piel con los labios trémulos porque la gracia que recibió un solo hombre convirtió la madera en un altar sagrado, en un ara que invita a rezar con la mirada, como un milagro más que Dios quiso hacer a través de un ser humano, mortal, enfermo y exhausto. Nadie sabe, ni puede saber qué sintió aquel Imaginero Anónimo en aquellos días mientras tallaba a Cristo Prendido y maniatado. 
Él, Jesús, es el camino, la verdad y la vida. Su Bendito rostro siempre iluminado por la cera; el beso fiel del niño que lo mira boquiabierto, el beso del anciano que sólo se aferra a Él para vivir día a día, de la ilusión de los padres que presentan a sus hijos de pocos meses ante su mirada buena y lo amparan a su protección, la caricia amorosa que roza sus pies, las lágrimas y los sentimientos contenidos, de las ofrendas de amor sincero, de las cuadrillas de costaleros que, nerviosos pasan ante su presencia. De verdad, es muy difícil enfrentarse a este momento, escribir sin que florezca el sentimiento y la emoción. Es complicado no imaginar momento mas intimo que este cuando El y solo El, emerge de entre las tinieblas del Templo para mostrarnos la Fe verdadera. Más allá del volumen sacro nos recuerda que cada Besapiés no es preludio, sino una punzada en la arteria viva que sangra ante una realidad tan humana, tan divina, tan doliente como esas cuerdas que atan sus manos, mientras quedas prendido de la mirada del Soberano de San Agustín. 

A continuación os mostraré una serie de fotografías que pude captar en el interior del Templo de San Agustín el pasado día 4 de Marzo de 2014 a puerta cerrada. He de agradecer una vez mas, a la Hermandad del Prendimiento de Linares por su total disposición y su buen hacer con un servidor que no tuvieron ningún reparo en permitirme que captará estas imágenes tan intimas.

-DE CORAZÓN GRACIAS-















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