Serena y profunda esta la tarde cuando aparece por las puertas de Santa María la Mayor, aquel Cristo que saliera de las gubias del Imaginero Granadino Eduardo Espinosa Cuadros. Un Cristo con una agonía de sudor y sangre en su Oración. Los tambores suenan en la tarde como heraldos anunciando que la cuenta atrás ha concluido. La tarde se viste de emociones y se deja sentir una bulla en la lonja de la Iglesia. La azulea tan suave como la luz de la primavera tímidamente se abre paso, vistiendo el viejo olivo de verde esperanza  como los antifaces de sus nazarenos que en sus filas, escoltan a Cristo por este Getsemaní de minas abandonas vencidas por el tiempo. Son los siglos en Linares por donde se empina el sufrimiento en sus calles de cuestas suaves, calladas, aromando el caminar del olivar Sagrado. Paso costalero que ofrece el Cáliz en un acto de fe intimo de un pueblo hecha Oración.

El viento vibra anunciando una tarde de Saetas, Cristo sabe que a su espalda se ciega el mar inmenso. Sobre la Faz de la Ciudad resbala su mirada provocando su inocencia. Jesús se reafirma en su destino con la serena actitud de su paciente silencio. Por eso Linares entiende el sudor de la Pasión transmutado en sangre, el dolor que vence la fatiga, el alimento que prepara para aceptar su muerte siendo testigos una vez mas de la Sagrada Oración, aquella misma mirada dolorosa de Cristo que clava su mirada en los cielos, aquella dulce mirada que reúne en su rostro las tres lágrimas de Nuestra Madre y Señora de Gracia, convirtiéndonos en tiernos niños llenos de sentimientos, sublimes de dolor y sin embargo, felices por reencontrarnos con Cristo en la estrechez de una calle. 

Las blancas filas de nazarenos se detiene y vuelve su mirada hacia el Templo, El capataz manda avanzar a sus costaleros que casi rodilla en tierra han de sacar el Paso de Palio. Un grave silencio envuelve la tarde, haciendo que hasta las golondrinas queden suspendidas en el aire para ver salir al cielo de Linares a la Virgen de Gracia. Suenan las bambalinas al compás del corazón de su pueblo, por que va la Gracia bajo Palio. Madre acompaña a tu hijo, que Linares esta en la calle para ver la Gracia en tu rostro, para estar cerca de ti.

Es Lunes Santo, y en la tarde entrada el horizonte se ve abatido, el olivar a punto de flor encuentra el camino de nuestra tierra, y es que el dolor de la taranta en la saeta ha encontrando su mas sincera expresión de humanidad y sufrimiento. Se echa la noche en el camino pero la primavera sigue avanzando de color verde esperanza, llenando de luz los nazarenos orantes, envolviendo entre sus capas blancas un silencio de ilusión de un día cargado de aromas y callando con la brisa, la luz de las velas. La noche acompaña dulcemente a este Cristo arrodillado hasta la puerta de Santa María volviéndose incluso su compañera, envolviendo con su manto de estrellas y su luna creciente, testigos de una Oración injusta que año tras año se repite.