El Silencio Blanco de Dios ( 06 Abril 2014)

En Sevilla hay algunas puertas que abren portones de viejas iglesias oscuras y frías, pero a la vez silenciosas y bellas, Sevilla te muestr...

En Sevilla hay algunas puertas que abren portones de viejas iglesias oscuras y frías, pero a la vez silenciosas y bellas, Sevilla te muestra en un altar dorado y cóncavo el canon de la belleza. Muchas de estas puertas Sevilla te invita atravesarlas para que asi conozcas de su mano el rostro del Padre. ¿que hay en Sevilla que no se halla descubierto de su mano?. En mi memoria no tan lejana, halla por el mes de Abril, una mano cálida me conducía por sus calles descubriéndome y mostrándome el mejor camino para conocer una ciudad cargada de misterio que Dios había dejado en esta Ciudad. Durante este caminar, descubrí la belleza que guarda en su interior la iglesia de San Juan de la Palma.

Frente al ruido que todo lo inunda, que todo lo pervierte con ese magma que obstruye los sentidos y la razón, la delgadez del silencio. Frente al discurso hueco y las palabras que apenas dejan huella en los labios que permanecen sellados por la luz del conocimiento. Existe un lugar en Sevilla donde la fuerza devocional esta convertida en ese silencio que nos reconforta, que permite encontrarnos con nosotros mismos y que nos eleva hasta dejarnos en el mismo umbral del misterio, en el otro Silencio, en el Silencio Blanco de Dios.












De entre las sombras de San Juan de la Palma emerge una figura esbelta, de rostro inconfundible que apenas se intuye a la luz de los candelabros de guardabrisa en una calle cualquiera. No hay mas verdad que la de esta imagen, en la que caben todos los anhelos, las aspiraciones, las angustias, los miedos y esperanzas, las miserias y las ilusiones de quienes reconocen su silueta inconfundible, vestida con una túnica blanca. La imagen es sencilla y rotunda rodeada por un silencio atronador, como el nombre que evoca a este Cristo maniatado... Silencio Blanco. No hay mas verdad que esta.
Es el alfa y el omega, el cielo y la tierra, el principio y el fin, la vida y la muerte. La verdad de nuestros padres, la de quienes le rezaron arrepentidos sin ser capaces de sostenerle la mirada, la de quienes se descalzaron aliviados nada mas pisar los umbrales de su santa morada, la de quienes lo vieron caminar, casi sin detenerse por las calles de la capital Hispalense.  No hay mas verdad que la de esta figura que año tras año, maniatado y en Silencio carga con los pecados de cuantos somos y cuanto hemos dejado de ser, por eso lo representamos de manera cierta y bien real para hacerlo uno mas entre nosotros. Y por eso mismo necesitamos de vez en cuando mirar cara a cara a la verdad. El que pueda, porque la verdad tiene un nombre...

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