Segovia, Ciudad romántica y dorada (Septiembre, 2013)

Hay momentos a lo largo de nuestra vida que dejan una huella imborrable e imperecedera. Resulta curioso como una vivencia, un recuerdo, ...


Hay momentos a lo largo de nuestra vida que dejan una huella imborrable e imperecedera. Resulta curioso como una vivencia, un recuerdo, un lugar... pueden llegar a marcarte hasta tal punto que llegues a sentir una extraña conexión pudiendo llegar a experimentar una serie de sentimientos que nunca antes habías sentido. Es algo extraño si nos paramos a pensarlo detenidamente ¿como un lugar que nunca antes habías visitado y que tan solo lo conocías por fotografías puede marcarte tanto y hacerte sentir como en casa?. Simplemente nadie conoce la respuesta. Ya sea por un modo u otro esto mismo nos sucede cuando este lugar esta predestinado para ti, otra explicación no hay.
Segovia es una ciudad que, como pocas, merece su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La mayoría de los turistas ocasionales, tanto españoles como extranjeros, viajan a la capital segoviana en busca de una gastronomía excepcional y de la emblemática terna monumental formada por el acueducto romano, el alcázar y la catedral gótica. Sin embargo, Segovia es mucho más que eso. En cada rincón se esconde un palacio, un convento, un jardín, un museo o una iglesia románica. Nuestro objetivo en este viaje era precisamente ése: conocer los elementos históricos, arquitectónicos, escultóricos y pictóricos que las convierten en verdaderas joyas monumentales
Por esto mismo, desde que decidiéramos viajar hasta Segovia (primer viaje que haríamos mi pareja y yo desde que comenzamos nuestra relación) comenzamos a visitar páginas web de viajes para anotar aquellos lugares y rincones que no queríamos dejarnos sin visitar. Aunque no sea una persona a la que le guste llevar planificado todos mis viajes de principio a fin, ya que prefiero llegar al lugar en cuestión y comenzar a pasear y perderme entre las calles y callejas sorprendiéndome de todo aquello que pueda aparecer a la vuelta de cada esquina, en esta ocasión hice una excepción y creerme cuando os digo, que fue lo mejor que pude hacer.


Por fin llego el día esperado, y tras hacer los preparativos de ultima hora, emprendimos el viaje dirección a Segovia con el único propósito de pasar un fin de semana de ensueño y traernos en la maleta miles de recuerdos. Con el alba despuntado sobre la mañana y con los olivos de nuestra tierra natal despidiéndose de nosotros, iniciábamos el camino con la misma ilusión de dos niños pequeños que van por primera vez al parque de atracciones. Durante el camino y mientras los verdes olivos eran sustituidos por los molinos de viento típicos de Castilla la Mancha, jugábamos como seria nuestro fin de semana perfecto, imaginando como serian los lugares que teníamos pensado visitar nada mas llegar, ¿serán iguales de imponentes los lugares emblemáticos de la ciudad, tal y como se pueden ver en las fotografías de Internet?. Miles de preguntas nos asaltaban a la mente, y a cada cual mas ganas teníamos de llegar.
Minutos antes de las 12 del mediodía llegábamos a Segovia, y ante nuestros ojos la primera visión de la ciudad que aparecía era su magnifico Acueducto Romano, dejándonos sin habla y en silencio durante varios minutos ante tal belleza. Con esta primera imagen en nuestras retinas, y con mas ganas aún de emprender el camino por las calles de esta bella y mágica ciudad, nos encaminamos hasta el Parador de Segovia, hotel en donde nos hospedaríamos este fin de semana que comenzaba de la mejor forma posible.
Una vez en la habitación y tras poder disfrutar de las magnificas vista de la ciudad, decidimos darnos una ducha rápida y buscar un lugar en donde comer para así reponer fuerzas tras el duro viaje. No tuvimos que andar demasiado para encontrar un lugar donde comer. Un restaurante  de la Ciudad, cercano a la plaza de la Catedral en donde pudimos degustar algunos de los platos típicos de la tierra como por ejm: el famoso cochinillo Segoviano. Un pecado ir a Segovia y no probarlo, totalmente recomendado. Tras una deliciosa comida y muy agradecidos por el trato recibido por los dueños del local, decidimos comenzar nuestra ruta buscando los principales lugares y monumentos que tan maravillados nos dejo meses atrás.


A pocos metros del Restaurante, en lo más alto del recinto amurallado, junto a la plaza Mayor, emerge inmensa, elegante y majestuosa Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y de San Frutos, conocida como la Dama de las Catedrales por sus luminosidad y dimensiones. Construida entre los siglos XVI y XVIII, de estilo gótico con algunos rasgos renacentistas, fue la última Catedral que se construyo en este estilo. La catedral de Segovia es una de las catedrales góticas más tardías de España y de Europa, erigida en pleno siglo XVI (1525-1577), cuando en la mayor parte de Europa se difundía la arquitectura renacentista. Destruida la antigua Catedral de Santa María de Segovia en 15211 durante la Guerra de las Comunidades, y debido a su cercanía al Alcázar, el claustro y otros elementos fueron trasladados a este lugar donde hoy se levanta. Comenzó su construcción en 1525 según las trazas de Juan Gil de Hontañón; fue financiada por el pueblo segoviano mediante aportaciones de los gremios y sisas del ayuntamiento. Mantiene una unidad estilista poco frecuente en estos monumentales edificios. Su ubicación y su torre de casi 90 metros de altura la hacen visible a varios kilómetros de distancia y la convierten en la principal protagonista del perfil de la ciudad de Segovia, flanqueada por las numerosas torres de menor tamaño que surgen de las Iglesias de los diferentes barrios segovianos. Dice la leyenda que cuando San Frutos, Patrón de Segovia termine de pasar las hojas del libro que porta entre sus manos, se acabará el mundo.



Al otro lado de la Plaza Mayor se encontraba la Iglesia de San Miguel. A pesar de su arte e historia es de los templos intramuros que menos llama la atención de todas las segovianas, aun que si, uno de los mas importantes en cuanto a historia se refiere. Este templo tuvo de origen románico fue reconstruido en estilo del gótico final, albergando en el pasado una de las varias librerías públicas existentes en Segovia para consulta de los vecinos. Pero en si, la verdadero motivo por el cual quería ver en persona este lugar no es otro que, por los acontecimientos que tuvieron lugar junto a ella. El 11 de Diciembre de 1474 moría en el Alcázar de Madrid Enrique IV. Frente a estos acontecimientos y haciendo caso omiso a la comisión de sucesión, Isabel II, en un estrado de la Plaza Mayor y rodeada por una mínima representación de los Estamentos de la Ciudad, el 13 de Diciembre de 1474 se proclamaba Reina de Castilla. Sin lugar a dudas, memoria viva de la Ciudad, que no pensaba pasar por alto.

A los pies del Alcázar de Segovia se encuentra el llamado Mirador de la Muralla o Mirador del Valle del Clamores. Merece la pena realizar el camino que nos lleva desde la Ciudad hasta este lugar, pasando por el barrio judío. Sientes que pasear por sus recoletas calles te transportan a otra época. Simplemente espectacular. Las vistas desde este mirador son increíbles, ya que desde él se pueden contemplar unas preciosas vistas del valle del Clamores, la Muralla o el Cementerio Judío. Sin duda un regalo para la vista.



No muy lejos de aquí, en un emplazamiento privilegiado, el Alcazar emerge sobre una roca dominando la ciudad antigua. No hablamos de una edificación más, ni de un monumento cualquiera.Se trata de un palacio real situado en lo alto de una roca entre los ríos Eresma y Clamores y fue construido en sus orígenes sobre el peñón llamado Cobia. Fue construido originalmente como una Bastión militar y mas tarde, una de las residencias de los Reyes de Castilla, de Alfonso X el Sabio y de Enrique IV, y de él partió Isabel la Católica para ser coronada reina de Castilla en la plaza mayor. A lo largo de los años el Alcázar ha servido como un palacio real, una prisión estatal, un centro de artillería y una academia militar. Actualmente se utiliza como museo y posee una exhibición de archivos militares. En su interior alberga el archivo General Militar de Segovia y el museo del Real Colegio de Artillería, gestionado por el Patronato del Alcázar. Es uno de los castillos-palacio más distintivos en España y toda Europa en virtud de su forma de proa de barco.
En su interior podemos contemplar como lugares destacados la sala con el Trono de los Reyes Católicos, el patio, el mural de la coronación de Isabel II, la sala de armas y el dormitorio real. Devastado por un incendio en 1862, fue posteriormente reconstruido. Un paseo por su interior nos hace revivir capítulos del pasado.





Segovia no es la única ciudad acantilada, pero si la que tiene una extraña relación con agua. A sus pies hay dos ríos como ya hemos comentado anteriormente, pero no bebe de ellos. El empeño del hombre por convertir estas tierras en habitable hizo que pudiera traer el agua desde el Manantial de la Fuenfría situado en la sierra a unos 17 Km, distancia que lo separa de la Ciudad. Para ello se construyo lo que viene siendo en la actualidad, la columna vertebral de la ciudad, el Acueducto, el más grande jamás construido y que incluso aparece en el escudo de la ciudad. A pesar de todo no está clara la fecha de construcción de este monumento, se considera que fue entre la segunda mitad del siglo I y principios del II en la época del Emperador Trajano.
Aun hoy impresionan sus mas de 818 metros de longitud en su parte más visible y sus 29 metros de altura en su parte mas alta, contando con dos órdenes de arcos sobre pilares. En total tiene 170 arcos. Esta construido con cerca de 25.000 sillares de granito asentado unos sobre otros formando un gran puzzle y sobre todo, como un impresionante alarde constructivo, en donde las piedras se sostienen sin argamasa alguna. Me impresionaron sus dimensiones casi colosales, a pesar de las construcciones que le rodean son muy posteriores, el acueducto se integra perfectamente en el paisaje y ya es todo un clásico del lugar. No me cansé de contemplarlo desde distintas perspectivas.



La Plaza del Azoguejo, antaño plaza del mercado, fue muestro punto de inicio y de final de la visita a Segovia. Su nombre proviene del diminutivo de "Zoco", zoquejo. Situada a los mismísimos pies del Acueducto, en el punto más alto del mismo. Km. 0 por ser el punto de partida de todas las rutas que recorren la ciudad. Es posible que la sombra de su acueducto romano no sea exactamente alargada. Pero en esta Ciudad todo cuanto ocurre es precisamente aquí, bajo los arcos de ese espectacular monumento. Según cuentan las leyendas, construido por el mismo diablo. Y es que Segovia pasa por ser la ciudad más sensual de Castilla y León casi cada rincón tiene un encanto entre místico y teatral. Segovia enamora por donde quiera que vayas. Un descubrimiento detrás de otro, repleta de historia por todas partes. No hay ni un sólo rincón que sea indiferente, es algo impresionante. descubrimos un mundo nuevo, una nueva forma de viajar, experimentar y de ver lugares que no conocíamos. Sin duda alguna uno de los lugares que mas nos encanto de todos los que hemos visitado y por supuesto, en donde mas recuerdos tenemos de este viaje.

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