Llega el mes de Diciembre, y un extraño sentimiento nostálgico se siente en el ambiente. Se dibujaba entre una gran nube de incienso una esbelta figura con rostro de tristeza y llanto. Un rostro de Esperanza como su propio nombre. Desde lo mas profundo del corazón confieso que no puede haber nada que transmita mas solemnidad y clasicismo que el Besamanos de la Madre y Señora de la Esperanza que por su mes, baja unos días de su Trono celestial para recibir en su Gloria a todas aquellas personas que una vez mas, clavan sus miradas melancólicas necesitadas de Esperanza.

¿Como una mirada triste, llorosa y dolorosa puede transmitir tanta luz? 

Como si de una película se tratase, la luz que a ella iluminaba su bendito rostro, hacia que se tuviera la sensación de estar inmerso en el pasado. Luz, focos, acción, que en este caso se traduce en devoción, fe y Esperanza.  Momentos inigualables perdidos en su mirada. Sentimientos que vuelven a aflorar desde su larga cola de personas esperando recibir una vez mas la mirada de la Esperanza.