Fiesta de las flores, del color y de la primavera (Córdoba, 2015)

Córdoba es una ciudad que no se esconde. El hecho de contar con grandes monumentos no deja indiferente al que la visita. Pero además,...


Córdoba es una ciudad que no se esconde. El hecho de contar con grandes monumentos no deja indiferente al que la visita. Pero además, es una ciudad de detalles. Y es que Córdoba es grande hasta en las pequeñas cosas. En sus callejuelas, en sus adoquines… En los patios y cerámicas repletos de historia. Una historia que los cordobeses narran orgullosos a cada uno de sus visitantes. Córdoba asombra al conocerla. Pero antes, hay que descubrirla. Hace unos meses realice una escapada con mi pareja y, aunque ya habíamos estado un par de veces, lo cierto es que nunca lo habíamos hecho con tranquilidad y disfrutándola. Cierto es que durante nuestra visita el sol fue bastante intenso, cosa que no nos privo de disfrutar del espectáculo de los patios. Es más, ese trajín del sol, unas veces salgo, otras veces me escondo, acompañado de una cálida brisa a última hora de la tarde, envolvió nuestro paseo por las calles de Córdoba en un ambiente mágico y especial. Los Patios fueron concebidos por los árabes para dotar a las viviendas del frescor necesario para soportar las altas temperaturas de las ciudades del Sur de España en los meses estivales. Tomaron prestado de los romanos la idea del patio con peristilo y llenaron esta idea de una abundante vegetación, fruta y agua. Pero la fiesta de la primavera en el Mayo Cordobés también se vive en la calle.

Caminar sin rumbo fijo por el maravilloso barrio de la judería es sorprenderse con cada rincón, con cada espacio que se habría ante nosotros lleno de color. Un rincón del planeta en el que durante varios siglos convivieron, pacíficamente, los tres pilares religiosos del mundo: judíos, cristianos y musulmanes. Un ejemplo de tolerancia que hoy día nos sorprende. El legado que dejaron en Córdoba estos pueblos la enriquece muchísimo. La Judería hace referencia, precisamente, al lugar en el que vivían los judíos. Es una de las zonas más turísticas y caminar por sus calles es todo un gozo. Esta parada es indispensable si se visita Córdoba, no hay lugar a dudas.
Siguiendo las indicaciones del mapa donde estaban ubicados los patios participantes este año, llegamos hasta la mezquita-catedral que se encontraba atestada de gente. Ante nuestros ojos se abría, una vez más el Patio de los Naranjos, jardín hispano-árabe más antiguo de cuantos se conserva. Pasear por este huerto de placer con el sonido del agua cayendo en las fuentes lo convierten en un oasis de paz en medio de la ciudad.  





 Tras una más que merecida parada para reponer fuerzas y así de paso, degustar platos típicos de Córdoba, nuestros pasos nos volvieron a llegar por caminos de adoquines de granito, aunque no era el camino lo que mirabamos al caminar, sino al cielo, a los balcones floridos. una autentica maravilla y algo digno de admirar, puesto que sus dueños, durante casi buena parte de año se entregan en cuerpo y alma para mantener estos patios para ser visitados por miles de turistas que cada año viajan a Córdoba en estas fiestas. Además de los patios presentados a concurso, existen multitud de espacios abiertos en el casco antiguo de Córdoba, que otorgan una enorme variedad arquitectónica y funcional a los patios cordobeses. Los hay con una o dos plantas, con galerías o sin ellas, provistos de arquerías en varios lados del espacio o en ninguna de ellos, adornados con columnas, pilares o balaustradas, de madera, piedra o metal, con suelos terrizos, empedrados, marmóreos o enlosados, y una ofrenda floral inmensa que no conoce parangón. En Córdoba existen multitud de patios conventuales, que en su origen tuvieron funciones monásticas y que hoy en día forman parte de diversos edificios. Destacan el compás de las Capuchinas, el de la Encarnación o el de Santa Cruz o el Patio de la Sinagoga. Gran parte de la historia de la ciudad se encuentra escrita, también, en ellos. En cada pared encalada, en cada maceta color azul y en cada geranio florecido. Poco a poco, las manecillas del reloj avanzan en el tiempo, mientras el sol, perdía su fuerza y una brisa más que agradable, típica de la primavera se hacía presente haciendo más amenas nuestras charlas en la terraza de un bar, bajo atenta mirada del Arco Romano, finalizando así una gran jornada en tierras Cordobesas. 






 Para terminar, como dice un antiguo proverbio árabe, “La palabra es plata y el silencio es oro”, así que no voy a entreteneros más con mis pensamientos y mi visión de una Ciudad a la que me encuentro totalmente entregado. Capte algunas imágenes de mi caminar por Córdoba que aquí adjunto, las cuales espero que hallan sido de vuestro agrado.

Fiesta de las flores, del color y de la primavera. La Fiesta de los Patios de Córdoba. 

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